• Miercoles, 16 de Octubre de 2024

    El arte popular es sinonimo de belleza Miguel Abruch

    Miercoles, 16 de Octubre de 2024
    Aristegui Noticias/Orly Morgenstern / Morgana Quiroz

    Dentro de una casa con fachada idéntica a sus vecinas, el sótano del hogar del señor Miguel Abruch alberga una colección de más de 900 piezas de arte popular. Escaleras abajo y las paredes se recubren de ojos vacíos y algunos pintados, de cuernos, mejillas, lenguas de fuera y bocas sonriendo. La estancia se rodea de máscaras hechas de variedad de materiales: madera, nopal, mecate, cartón, son solo algunos. Rostros sin cuerpo para usos varios; danzas, rituales o simple decoración y colección.

    Abruch es psicoterapeuta, un hombre robusto que colecciona piezas de arte popular, en su mayoría mexicanas. “El arte popular es un sinónimo de belleza”, dice. El gusto por el arte popular apareció en su vida desde niño cuando encontró las máscaras folklóricas mexicanas, mismas que, explica, plantean la diversidad de identidades, la posibilidad del cambio y el escondite. “Una belleza extraordinaria”, describe, una que se acompaña de horror y por alguna razón sigue siendo bella.

    Las piezas son tenuemente iluminadas con focos que brotan desde el techo, muchas incluso están pegadas a los soportes para evitar accidentes y rutinariamente son desempolvadas una por una. En la estancia hay un televisor, una mesa para varios comensales y una pequeña oficina con escritorio y libros al fondo. Los textos se preceden con más figuras, más calacas y objetos curiosos; bastones y también sombreros. Un ventanal ilumina de luz natural, abre al patio interior de la casa que guarda una fuente rodeada de plantas.

    Con su voz rugosa y grave enmarcada por un candado blanco, Miguel ha visitado “casi” toda la República Mexicana; de taller en taller, los artesanos lo han invitado a observar y comprar sus piezas desde hace más de 25 años. Se ha encontrado con “la gente más hermosa, más amable”, cuenta que a pesar de que los artesanos normalmente ocupan estratos bajos de la pirámide socioeconómica hay una tendencia a la alza para la exposición del trabajo artesanal, y sin embargo, “es curioso y enojoso que el arte popular es más consumido por extranjeros” que por mexicanos.

    En los cerros, en pequeños pueblos, tiendas grandes y pequeñas, mercados de artesanía, centros históricos y famosos festivales, el arte popular ulula. ¿Debería cambiar la situación de los artesanos? “Lo primero que debería cambiar es una educación para apreciar la belleza, los significados; la cultura del arte popular”.

    “En una sociedad donde hay tanta división, quizá el arte podría unificar un poco a la gente”, piensa Miguel, quien también ha documentado su colección en un libro grande que entre pastas duras y bajo el título ‘Arte popular mexicano’, expresa una pasión que “se une al descubrimiento fortuito o casual de obras hermosas”.

    Escaleras arriba, de nuevo sonríen las máscaras, despiden la visita y permanecen mirando al frente, a la nada o a las otras piezas que igual, inertes, viven en un espacio de casi mil habitantes estáticos que contienen una historia singular, individual que compone a la colectiva y en su amplitud, a la cultura mexicana.